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El descentramiento lleva a el conocimiento del exterior, conocimiento que puede ser celeste (como las matemáticas egipcias).
Ese salir fuera de sí conlleva una respuesta a una pregunta no formulada. A esa respuesta sigue una adoración a aquello que se conoce. Es como si fuera una fe matemática, al estilo de los pitagóricos.
En la Biblia se dice que Adán solo se conoce a sí mismo cuando aparece Eva. Es, por tanto, en ese salir cuando en el otro y en lo Totalmente Otro el hombre sabe de su existencia.